Ceuta, historia y lugares que ver
Hepta Adelphoi. Este es el nombre que los griegos dieron a la ciudad autónoma de Ceuta, una vez se asentaron en la escala comercial que habían fundado los fenicios en las dos márgenes del Estrecho.
Historia de Ceuta
Según la mitología griega, en cada una de estas márgenes había dos grandes columnas que daban entrada al mediterráneo: Las Columnas de Hércules. Una de ellas es el Monte Hacho. La otra, cómo no, el Peñón de Gibraltar.
Si hay una característica a resaltar de la ciudad de entre-mares es su histórico carácter estratégico, lo que a la larga ha provocado que su paisaje esté repleto de fortificaciones, murallas y acuartelamientos.
Y es que la situación de Ceuta tiene tela. Se trata de un enclave español en el norte de África. Desde cualquier punto de la ciudad se puede controlar la entrada y salida del Estrecho. Y por si fuera poco, la historia colonial del siglo XIX no puede concebirse sin esta ciudad, que en términos administrativos, tiene las mismas características que cualquier otra provincia del Estado.
Lo cierto es que la historia de Ceuta, para bien o para mal, ha estado siempre ligada a la de España. Fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes. Y es que el Estrecho es, era y será una puerta de entrada. Sólo hay que ver los informativos todos los días.
Es durante la época islámica cuando Ceuta alcanza su mayor esplendor. El rey almoravide Yusuf Ben Taxufin fija su corte en la ciudad y su territorio se extiende desde lo que hoy se conoce como «Puertas del Campo» hasta «El Morro», muy cerca ya del mitológico Monte Hacho.
Lugares que ver en Ceuta
En la cima de ese monte encontramos la fortaleza, en cuyo origen se fragua una polémica que se repite a lo largo de todas las zonas sombra de la historia ceutí: mientras algunos historiadores sostienen que su construcción data del periodo bizantino, los musulmanes se lo adjudican a Almanzor, la cabeza del califato cordobés. En ella se ubica la Torre Vigía, encargada desde el siglo XVIII, de vigilar el paso por el Estrecho.
Si seguimos bordeando el monte por la zona de la costa nos toparemos con el Castillo del Desnarigado, famoso pirata que desembarcó en 1417 ocupando este fortín portugués. Hoy es la casa del Museo Militar.
El Monte Hacho, el Recinto de Almina, Ceuta la Vieja y el Campo Exterior son las cuatro zonas diferenciadas en que se divide esta curiosa ciudad.
En 1415, mientras en la península convivían musulmanes de Al-Andalus y cristianos viejos de Castilla y Aragón, los portugueses desembarcaron en la plaza africana. Con mucho mimo cuidaron la ciudad norteafricana. Convirtieron mezquitas en iglesias, enclenques murallas en agresivas fortificaciones y fundaron una cárcel para portugueses que se portaban mal en su país. Es también en este momento cuando la ciudad se repliega tras sus murallas ya que las constantes invasiones no aconsejaban los pareados unifamiliares precisamente.
La Almina corresponde a esta época de fortificaciones. A ella pertenece la muralla del paseo de la Marina, el conjunto de Fuente Caballos y los restos de la Torre del Heliógrafo, el hombre encargado de mandar señales a la península a través de un espejo.
Los ceutíes presumen de que son el único territorio que ha elegido por referéndum pertenecer al Estado español. Siempre lealistas con la Corona, durante la guerra de África sus fronteras se ampliaron sobre territorio marroquí. Fue el momento de la construcción de los fortines neomedievales que hoy están siendo rehabilitados y se han convertido en un obligado paseo para los visitantes, donde podrán encontrar carteles informativos sobre la botánica del lugar.
Pero no puedes salir de Ceuta sin recorrer sus costas y ver con tus propios ojos lo que ocurre cuando un océano y un mar juntan sus aguas. Partiendo de la bahía norte y después de pasar el Puente del Cristo podemos entrar en el recinto amurallado.
Cuando salgamos tenemos dos opciones: navegar por costas marroquíes, o tomar la dirección contraria. Una vez pasemos el foso sur de la Almina el agua se pondrá más azul y las corrientes más rápidas y el mar más bravo. Son las aguas del Estrecho.
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