Guía de viaje de Portugal y su historia
Nos introducimos en Portugal a través de esta guía de viaje en un país tan cercano como desconocido. Compartimos frontera y siempre hemos mantenido estrechos lazos históricos, sobre todo en lo que se refiere a alianzas dinásticas. Por ejemplo, la unión entre Isabel de Portugal y Juan II de Castilla, padres de Isabel la Católica. A pesar de todo, hoy continúa siendo un lugar casi inexplorado, que sin embargo guarda dentro de sí una gran belleza, tranquilidad y buen comer.
Coimbra la primera capital de Portugal
En esta ocasión nos escapamos a la región del norte. Partimos desde Coimbra, a medio camino entre Lisboa y Oporto. Para la mayoría de portugueses es la ciudad que mejor representa las raíces de su nación. Quizás sea porque ostentó el título de primera capital del país entre los siglos XII y XIII, ha sido cuna de seis reyes y sede de la Universidad más antigua de Portugal, donde durante 700 años se han licenciado infinidad de portugueses.
Desde aquí calles tortuosas y escaleras bajan a la ciudad nueva, zona de callejas y cuestas que en el siglo XII constituyó la Coimbra amurallada. En este antiguo núcleo urbano residían nobleza y clero. Si atravesamos el Arco de Almedina, testimonio de lo que fueron las murallas, se entra en la Baixa. Es en ella, urbe del primer ensanche y de edificios del siglo XVIII, donde se sitúan hoteles, bares y restaurantes.
Y después de la agitación entramos en contacto con la naturaleza más exuberante del Bosque de Buçaco. Este parque natural es uno de los jardines botánicos más interesantes y variados de toda Europa. En el siglo XVII los Carmelitas se retiraron a este entorno natural para meditar y fueron ellos los que se encargaron de traer especies de todo el mundo. El monasterio que levantaron se cerró en 1834, pero el bosque continúa existiendo, así como el Palacio, que actualmente es un hotel.
La Ría de Aveiro: la Venecia de Portugal
Cambiamos ahora el color verde por el azul intenso de la Ria de Aveiro. «Cuarenta kilómetros de costa, veinte kilómetros hacia el interior; tierra firme y agua rodeando todas las formas que pueden tener las islas, los istmos, las penínsulas… Todos los colores que pueden tener el río y el mar». Así describe José Saramago en su libro «Viaje a Portugal» la Ria de Aveiro, en la provincia de Veira litoral, en pleno centro de Portugal.
La disposición de la ría ha hecho de la navegación el modo de vida de sus habitantes. Aveiro es uno de los puertos pesqueros más importantes de la costa atlántica y aunque se pesca de todo, sus pescadores son los reyes en la captura del bacalao. Río y mar, tierra y agua, calles y canales conviven en este lugar que conserva los recuerdos de la tradicional vida marismeña.
Es conocida como la «Venecia portuguesa», debido a sus canales y a la riqueza monumental que se pueden conocer en moliseiros, la góndola local. A principios del siglo XX Aveiro protagonizó su segundo periodo de esplendor. De este momento es la Estación de Ferrocarriles, decorada con azulejos de los mejores ceramistas de principios de siglo y las mansiones señoriales de la villa, que constituyen una valiosísima muestra de Art Noveau. A todo esto se puede acceder en bici, otra de las formas que existen de conocer los encantos de esta ciudad. El Ayuntamiento ha promovido su uso con la disposición de bicicletas en diferentes puntos de la localidad y que uno alquila por una moneda.
Oporto ciudad de los colores
Nos marchamos de Aveiro (no sin antes haber degustado sus deliciosos «huevos blandos», especialidad pastelera de la zona) y llegamos a Oporto. No está del todo bien identificar este lugar sólo con el pasado, pues Oporto es también dinamismo, presente y futuro. Junto a los rincones medievales, los retablos barrocos, las fachadas neoclásicas y los espejos Art Noveau, esta ciudad se ha convertido en el principal foco de la nueva arquitectura portuguesa.
No podemos irnos de aquí sin visitar el Barrio de Boavista, entre el casco antiguo, totalmente rehabilitado y las playas del Atlántico. Aquí se encuentran los Jardines de Serralves, que encierran de los años 30 casi 20 hectáreas de parques. Pero lo que seguro no debemos olvidar es tomar alguno de los miles de vinos de Oporto que hay. En la Quinta da Masigriña existe una larga lista de tipos y marcas de este vino. Dicen que hay oportos adecuados para consumir en cada momento del día. Por ejemplo, un «vintage» hace las veces de perfecto digestivo. Es precisamente el comercio de este caldo con Inglaterra en el siglo XVI lo que impulsó la economía de esta ciudad y de muchas de sus familias.
Valle del Duero hasta Galicia
La última parada es el Valle del Duero al norte de Portugal. Aquí creó el Marqués de Pomal en 1756 la primera región demarcada de vinos del mundo y aquí se produce el vino de Oporto. Lamago es su pueblo más importante, en cuyos alrededores siguen vivas las tradiciones artesanas, eso sí, todas ellas con el vino como protagonista. El viajero se puede llevar un tonelito de madera artesanal o bien comprar un cesto de madera de castaño. Y para terminar triunfantes este viaje de placer no hay mejor manera de hacerlo que subiéndonos a un barco y seguir el curso del Duero, navegable desde la desembocadura hasta la frontera con Galicia. Nos despedimos de esta guía recordando que Portugal tiene muchos otros lugares dignos de disfrutar y conocer, ¡¡¡que disfrutes tu viaje!!!.
Imagen propiedad: Turismo Portugal, LN