Recorrido por el Parque Nacional de Doñana
En esta escapada nos vamos de aventura. Hemos querido recorrer la parte onubense del Parque Nacional de Doñana. Montados en un todoterreno atravesaremos dunas, marismas y pinares y nos acercaremos sigilosamente a la fauna que tolere nuestras curiosas miradas.
En nuestro recorrido, accedemos al Parque Nacional de Doñana por la playa de Matalascañas, una de las cuatro zonas conocidas como preparque, espacios periféricos de alto valor ecológico que hacen las veces de colchón natural para el núcleo duro de la reserva.
A medio camino entre la playa de Matalascañas y la de Mazagón, en un paraje costero semidesierto, se alza la duna fósil de El Asperillo, un capricho natural que se eleva unos 80 metros, constituyendo la «cota» más alta del Parque Natural de Doñana.
El calificativo de fósil, dado a esta duna, se refiere a su estacionamiento, conseguido gracias a la enorme masa de pino piñonero que se plantó para fijar el avance de la arena que impedía la existencia de una carretera entre Matalascañas y Huelva.
Sobre este terreno casi virgen estuvo a punto de aprobarse hace pocos años la construcción de «Costa Doñana» una urbanización que iba acoger chalets, hoteles y un campo de golf. Si el proyecto se hubiera materializado, ahora no podríamos disfrutar de las completas panorámicas que, del Parque Nacional, ofrece este mirador natural.
La Dunas de Doñana
Tras esta parada, ponemos rumbo a la torre del Carbonero para adentrarnos en las dunas. Las dunas móviles del Parque Nacional de Doñana avanzan unos dos metros por año, sepultando la vegetación, que vuelve a surgir al cabo del tiempo, cuando la arena ya ha parado. Las sabinas y los enebros consiguen salvarse. Mención aparte merecen los corrales, espacios que acogen pequeños bosques de pinos que se protegen del avance dunar.
Otra de las visitas es subir al cerro de los Ánsares, que con sus 35 metros, constituye el punto más alto del Parque Nacional. Desde aquí, podrás contemplar una completa panorámica de Doñana. Además, podrás ver a esos ánsares, garcetas, cigoñuelas y patos en el interior de esta depresión que retiene agua cuando en el resto de la marisma se ha evaporado.
Superado el paisaje sahariano del cerro de los Ánsares, atravesamos la vera: colchón vegetal que separa las dunas de las marismas. Con un poco de suerte, podremos avistar algún ciervo que nos dedique una intensa mirada, y con suerte, también podrás ver a un jabalí.
Ahora es el momento de adentrarnos en la marisma, totalmente desértica debido a la época del año. Por esta zona es posible que veas a jabalíes, de nuevo, y con suerte, podrás ver a algún lince ibérico, especie emblemática de Doñana.
También, por el sendero que conduce al palacio victoriano de las Marismillas, antiguo pabellón de caza, podrás encontrarte con un grupo de gamos.
Una escapada llena de flora y fauna, de preciosos paisajes, y de encuentros con personajes que hacen la estancia en Doñana, un paraíso.
Imagen propiedad: VS